Durante la democracia, Atenas vivió su mayor esplendor. Sin embargo, la Democracia tuvo que superar dolorosas pruebas. Las dos ciudades estado más grandes de Grecia: Esparta y Atenas se declararon en guerra. Atenas se había aliado a una cierta cantidad de ciudades del Mar Egeo, que tenían que pagarle tributo. Esparta usó esto como pretexto y declaró la guerra, más tarde Atenas quedó sitiada. La peste asoló Atenas, y entre los muchos muertos, estuvo Pericles.
No obstante, incluso después del fin de la Guerra del Peloponeso y la derrota de Atenas, la democracia ateniense perduró hasta 322 a. C., año en el que la supremacía macedonia acabó con las instituciones democráticas.
Tras el final de la democracia ateniense, la democracia directa es muy rara, pero hoy se considera que es muy difícil de implantar en poblaciones más grandes porque exige mucho tiempo para gobernarse y deja poco para trabajar. Sin embargo todavía puede verse en poblaciones pequeñas, como en España, en la que hay municipios con Concejo abierto.
La democracia ateniense ha sido considerada a menudo, de forma un tanto romántica, como perfecta, pero la realidad es que solamente una parte pequeña de la población (alrededor de un 10%), tenía derechos políticos. Esa parte podía permitirse el lujo de dedicar el tiempo a "gobernarse", mientras el trabajo lo realizaban obreros sin derechos y esclavos, que ni siquiera tenían posibilidad de elegir a sus representantes. Ello no quita grandeza a esta democracia, pues el control sobre el gobernante o gobernantes no había existido previamente en ningún otro sistema social.
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