martes, 3 de septiembre de 2013

LAS PERCEPCIONES HISTÓRICAS HACIA EL MCAL. LÓPEZ

El escenario político y económico de cada uno de los vecinos países (Argentina, Brasil) signaron en su mente que era el momento ventajoso para el Paraguay en una de sus arengas pronunció: «Somos una nación moderna y próspera, sin envidiar lo que nos rodea».

La figura del Mariscal Francisco Solano López fue —y sigue siendo— objeto de opiniones radicalmente opuestas:
Su intervención en el conflicto entre la Confederación Argentina (dirigida por Urquiza desde la ciudad de Paraná) y la provincia de Buenos Aires(dirigida por el general Mitre), demuestra su calidad de negociador, puesto que obtuvo la unidad de la República Argentina, en noviembre de 1859, con el pacto de San José de Flores, aunque eso haya ido en contra de los intereses del Paraguay.
Francisco Solano López fue un romántico que vivió a fondo esa corriente, en la época en que la misma estaba en pleno auge. Toda su existencia está marcada por esa estética, presente en sus amores con Elisa Alicia Lynch (su compañera hasta Cerro Corá, a quien trajo al Paraguay pese a las reticencias de su padre, que nunca aceptó que su hijo compartiera su vida con una divorciada) y en su reacción atravesando Argentina cuando Brasil invadió Uruguay. Este país tenía un tratado de defensa mutua con el Paraguay y como López (ante la autorización del paso de tropas brasileras por territorio argentino), se vio forzado a atravesar territorio argentino para atacar a Brasil, Bartolomé Mitre encontró en esta acción la oportunidad para declarar la guerra, alegando que nunca existieron acciones militares o de provocación por parte de la Argentina en contra de Paraguay y que ante la violación territorial la guerra era inevitable. La guerra estaba en marcha y durante algo más de cinco años la actitud de Francisco Solano López fue indoblegable: firmeza y dignidad ante las potencias contendoras, hasta el 1 de marzo de 1870. Murió con la frente en alto de héroe romántico, como su hijo Panchito, de sólo 17 años, entonces comandante del ejército, quien cuando le intimaron rendición contestó: «Un coronel paraguayo no se rinde nunca».

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